viernes, 20 de julio de 2018

Salto de fe

No.

No me aguanto ni a mí mismo, cuanto menos al resto del mundo. Empiezo a cuestionarme si Darwin se equivocaba con la evolución o Spencer con la lucha del más fuerte. Eso ya no sirve. Cuando aguantas, cuando persistes, cuando resistes más de cien huracanes y tres mil tormentas, y justo cuando vas a tocar tierra quedas encayado en un arrecife, te preguntas si en realidad todo lo anterior mereció la pena. 

Hoy no vengas. No me mires. No me abraces. No me quieras. Ódiame tan fuerte como desees. Maldíceme. Insúltame. Olvídame. Escúpeme. Hoy no soy un ser humano, sino una sombra difuminada que cree que vive por el simple hecho de respirar, un misántropo empedernido asfixiado por el hastío que no es capaz de hablar. 

O ven rápido. Corre. Sálvame del peor de los enemigos, del insulto que escupe el espejo en forma de reflejo, de las violáceas ojeras, de mí mismo. Bésame hasta que se me cuarteen los labios, hasta que la piel se desescame y se caiga a tiras. Fóllame tan fuerte que olvide mi nombre, que la oscuridad de mi alma salga corriendo, que el sol se retrase unos minutos por dejarnos acabar. 

Y después no te asustes cuando veas las cicatrices que el paso del tiempo ha dejado en mi cuerpo y las heridas del alma que aún sangran. Acaríciame, bésame la frente, y dime que todo saldrá bien aunque sepas que es mentira, yo me lo creeré. 




martes, 10 de julio de 2018

Niebla

No sé si te he dicho que antes de acercarme a hablar contigo, he ensayado treinta veces este instante por los pasillos de mi mente, imaginando cómo sería.

Disculpa si se me lengua la traba, no sé si es el alcohol, o los nervios, o la torpeza y oportunismo que tengo para joder estos momentos. 

Le he rogado a Dios siendo ateo para que fueras algo más que un estereotipo, rezándole para que fueses otra especie en peligro de extinción como yo, que la tinta que llevas sobre la piel fluyera por tus venas y le diera forma a cada uno de tus pensamientos, que ese cuerpo de sirena fuera impulsado por una mente maravillosa dispuesta a comerse el mundo con los dedos. 

Entonces se inclinó hacia mí sonriendo, silenciándome con un seseo viperino e imponiendo su dedo índice sobre mis labios. Se acercó a mi oído y en susurros me dijo "No corren buenos tiempos para los poetas. Me besó en los labios, se vistió de musa, me guiñó un ojo, me llenó la copa y me escribió un verso incompleto de Neruda: "...para tu libertad bastan mis alas..." 

Quedé anclado a aquella barra esperando, haciendo un puzzle con los pedazos de su corazón roto, porque a los treinta no hay ningún corazón intacto.



lunes, 2 de julio de 2018

Shibuya

Cruzas de norte a sur mis pensamientos de vez en cuando, con descaro.

Llevas puestas las cuñas altas, los vaqueros rotos y un top ajustado. Vistes tu mejor sonrisa, la de niña buena, la de ángel pícaro que se coloca el pelo detrás de la oreja mientras baja la mirada al suelo. Y me miras, a lo lejos, desde la mitad de la calle, dejándome vislumbrar un tatuaje indescifrable de tu espalda.

No me muestras tu rostro, no me dices tu nombre, sólo dejas ver cómo tu sombra recorre mis eternas avenidas con un libro de Neruda y una rosa con espinas bajo el brazo. Dejas el perfume detrás de ti, la esencia de la libertad, la rebeldía de tus caderas al caminar, como miguitas de pan para que, en algún descuido, me agarres por detrás, me tapes los ojos y me acaricies el alma.

Esta noche te esperaré en la encrucijada, donde mi vida quiera dar un giro de noventa grados o acelerar sin mirar atrás, bailando solo, como los locos, al son que marquen los ruidosos pedazos de mi alma al chocar unos con otros.