lunes, 31 de diciembre de 2018

Rara Avis

La encontré leyendo una frase de De Saint-Exupéry que bien podría haber escrito ella: "Me pregunto si las estrellan brillan con el fin de que, cada uno, encuentre algún día la suya". Miraba pensativa una foto en blanco y negro de un niño jugando sobre la arena de la playa, quizás encontrando uno de sus diez mil porqués, o quizás absorta en sus pensamientos, con un brazo cruzado y el otro sosteniendo el mentón de manera pensativa.

No me di cuenta de que me miraba de reojo y estaba atenta a cada una de mis movimientos dentro de la galería. La miré, sonriendo, pensando en lo hermosa que estaba en ese momento, tan enigmática y sensual, reprimiendo mis deseos de ir por detrás a abrazarla.

Bajamos las escaleras, y caminamos de la mano por las calles atestadas, con la timidez de un beso en la mejilla y la complicidad de una mirada que hace que las mentes se conecten, y la seguridad de haber encontrado todo aquello que nunca pensé que existiera y jamás pensé hallar.


"Quisimos vivir lento pero el mundo es un trapecio" (Rapsusklei).

viernes, 21 de diciembre de 2018

Iglú

La paz de un abrazo fuerte y la calma de una mirada intensa, de esas que, sin pestañear, son capaces de disolver todos los males que aquejan al alma. Como si nos tumbáramos en la cama y pintáramos en el suelo un círculo con sal de roca para poder descansar, e impedir que nuestros demonios nos atormentaran. Como si dibujáramos una cruz de sangre para que los arcángeles no vinieran a asesinar nuestros sueños.

Los brazos donde nos sentimos protegidos, donde no llegan las gotas de lluvia de la tormenta, que te protegen de los vientos del norte, donde el sol no quema la espalda. Los brazos a los que llamo refugio, y donde quiero quedarme a vivir.

Tus brazos. 

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"Porque así somos los dos, que me maten si cambiamos..." (Walls).

domingo, 16 de diciembre de 2018

Caronte

Un coro de cuervos graznando al salir del portal mientras diluvia dentro de mí y la horizontalidad reina. Un día plomizo para el alma aunque los rayos de sol bañen mi tez. No sé si los pájaros ríen o cantan, o si entonan un réquiem por mi alma, y yo, de manera extracorpórea veo la situación desde una nube negando con la cabeza. La balanza se inclina, después de que todo lo bueno se desparrame por el suelo ante los pasos de un monstruo interior.

Suenan gaitas, recitan canciones prohibidas, mientras envuelto en sábanas blancas tomo posesión de un altar de madera. Dos monedas, una por ojo, como antes en Atenas. El incendio de todo, la purificación, la pira donde del polvo se unirá a las cenizas...

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“...sigo siendo ese vagabundo incapaz de hacer feliz a lo que más quiere en el mundo” (Rapsusklei).

sábado, 15 de diciembre de 2018

Azar


Recorren tus manos con pulso firme mi costado dibujando figuras sobre cada una de las cicatrices de las puñaladas que soledad impuso en él, auscultas cada uno de mis latidos pensando si realmente mi corazón sigue vivo o agoniza. Tus pupilas se clavan en las mías hablando más que las palabras mientras las manos se entrelazan, y gritan lo que las bocas callan.  

Las agujas del reloj se aceleran dando vueltas sin sentido, robándonos el tiempo de los besos, las caricias y el sexo, haciendo que suenen las veinte alarmas que van desde las 6.40 a.m. hasta veinte minutos después.  El café recién hecho, el olor a pan tostado, tus brazos rodeando mi espalda. Sonreír y besar con los ojos hinchados,  ver y sentir a la mujer más hermosa del mundo nada más levantarse a escasos centímetros de ti.





"Mírame y dime que no somos el más bonito accidente que jamás viste" (Arri).

sábado, 8 de diciembre de 2018

Invictus


Subir a los tejados de la ciudad, encaramarse a los muros y dejar los pies colgando desde un décimo, con la espalda apoyada en una tapia en forma de “L”. Unos minutos dejando la mente en blanco, observando, sin pestañear, las luces de la ciudad entre la niebla. Momentos de ataraxia, como la paz inapreciable del interior de un agujero negro, o como el segundo antes del harakiri del samurái. Respirar hondo y salir del trance. Volverse invencible.

Hace tiempo que tatué aquella frase en el costado, sin que nadie preguntara el porqué, por qué grabé con tinta la palabra dolor con aguja de perfilar. Un recuerdo escarificado que marca el sendero desde dónde vienes hacia dónde quieres ir. Un camino en el que pocos entenderán el precio de perseguir los sueños.

Por eso quise aprender a leer las almas antes que los labios, a interpretar lo que gritan los ojos y callan las lenguas, a no preguntar, sino distinguir, y apreciar la belleza en las ojeras violáceas y en los ojos hinchados, en los dientes tintados de amarillos del café, en las heridas de los pies por andar descalzos en pedregosos caminos, en la sangre que brota de cada herida y en la lágrima contenida de cada fracaso.



“...si aún quieres desaparecer un segundo, todo irá bien” (Whisky Caravan)