lunes, 24 de octubre de 2022

17

Hace unos días se cumplieron diecisiete años desde que te fuiste. Más de media vida mía. Desde aquel día gris que nos dejaste, de aquel puñetazo en la madera del portal después de leer tu esquela. Y, por primera vez desde entonces, soy capaz de recordarte, queriéndote con locura pero sin que se me haga un nudo en la garganta, ni se me pongan los ojos vidriosos y se me caigan los lagrimones. 

Me han enseñado a perdonarme por no despedirme de ti, a recordarte con todo mi cariño, y a rendirte honores con un chato de vino y un plato de jamón. A querer más a la gente que tengo alrededor, a cuidar al viejo y a tu hija (si se dejan, ya sabes), a decir más veces te quiero, evitando que se queden en el tintero esas palabras, a no dejar abrazos ni besos sin dar. 

Ya sabes todo lo que ha pasado este año, que no ha sido fácil, que todo ha resonado y me ha estallado en mil pedazos, pero ¡eh!, mira si somos cabezones Lolo, que hemos resurgido. Algo bueno me enseñaste jodío, a luchar y a perseverar, un regalo para toda la vida. También decirte que veo poco a la abuela, menos de lo que me gustaría, pero quiero que sepas que cuando voy a verla consigo hacerla reír, y mira que eso es difícil, ya sabes como es. 


"Fue en un frío día, el otoño le llevó, a hacer compañía a Dios..."