lunes, 24 de octubre de 2022

17

Hace unos días se cumplieron diecisiete años desde que te fuiste. Más de media vida mía. Desde aquel día gris que nos dejaste, de aquel puñetazo en la madera del portal después de leer tu esquela. Y, por primera vez desde entonces, soy capaz de recordarte, queriéndote con locura pero sin que se me haga un nudo en la garganta, ni se me pongan los ojos vidriosos y se me caigan los lagrimones. 

Me han enseñado a perdonarme por no despedirme de ti, a recordarte con todo mi cariño, y a rendirte honores con un chato de vino y un plato de jamón. A querer más a la gente que tengo alrededor, a cuidar al viejo y a tu hija (si se dejan, ya sabes), a decir más veces te quiero, evitando que se queden en el tintero esas palabras, a no dejar abrazos ni besos sin dar. 

Ya sabes todo lo que ha pasado este año, que no ha sido fácil, que todo ha resonado y me ha estallado en mil pedazos, pero ¡eh!, mira si somos cabezones Lolo, que hemos resurgido. Algo bueno me enseñaste jodío, a luchar y a perseverar, un regalo para toda la vida. También decirte que veo poco a la abuela, menos de lo que me gustaría, pero quiero que sepas que cuando voy a verla consigo hacerla reír, y mira que eso es difícil, ya sabes como es. 


"Fue en un frío día, el otoño le llevó, a hacer compañía a Dios..."




domingo, 4 de septiembre de 2022

Franziskaner

"Para algunos, la vida es cabalgar por un camino empedrado de horas, minutos y segundos..." - decía Robe Iniesta. Supongo que durante los últimos meses, vivir fue para mí exactamente eso, por no decir que fue un mero acto de supervivencia. Podría resumirse con una frase algo manida: "Una serie de catastróficas desdichas" que ahora, no vienen al cuento, pero que cuando verbalizo, dejan a los oyentes ciertamente perplejos. 

Y desde fuera, las cosas se ven de otro modo. Justo ese punto y esa perspectiva en la que ves el rompecabezas de una manera diferente, y todo comienza, misteriosamente, a encajar. Hacía mucho que no escribía. Hacía mucho que no conectaba con mis emociones. Y ahora mismo me lo estoy autoimponiendo. Sí. Ahora estoy mejor. No bien del todo, pero sí mucho mejor. He vuelto a sonreír. Aunque cada miércoles me remuevan las tripas por dentro. Estoy aprendiendo a autogestionarme, a ser capaz de no poder con todo, a cuidarme yo si nadie más lo hace. A valorarme más, a quererme. A pedir ayuda aunque sea tomando un café. A retomar las riendas de mi vida. A dejar de ser el titán Atlas. A sentir esa puta ansiedad que me comía por dentro y dejarla fluir. A respirar, contar hasta diez, o veinte. 

Y en ese proceso, me he dado cuenta de que mi mayor problema ha sido y sigue siendo esta esta puta soledad en la que te convierte ser el fuerte, el no quejarte nunca, el echarle huevos y tirar p'alante. Los fuertes... también sentimos, también tenemos nuestro corazoncito y tenemos días jodidos en los que sólo te sale gritar, o llorar, en los que te sientes perdido en un mar embravecido, en una vorágine de pensamientos negativos, y de la que sólo saldremos con un abrazo, con un brindis al sol y una palmada en la espalda, con un barrido de tripas y corazón, sacando la mierda que llevamos dentro. 


"El mayor de mis miedos soy..." (Piezas - Fulana)





jueves, 21 de julio de 2022

Hiroshima

"Little boy" cae al suelo y se levanta un hongo hacia el cielo. En ese momento Oppenheimer cierra los ojos y frotándose la cara se pregunta si debió crearlo, pero ya es tarde para echarse atrás y lamentarse. Es tarde para pedir perdón. Inmerecido. Quizás innecesario. La culpa pesará sobre sus hombros el resto de la vida. 

Cuanto más hablaba con el psicólogo hoy, más sensación me daba de estar caminando descalzo sobre un terreno calcinado y radiactivo. No hay un porqué. Simplemente hay hechos. Hoy he sido por primera vez, sincero conmigo mismo en mucho tiempo. Me he cargado con demasiadas responsabilidades demasiado tiempo. Tanto que las rodillas se me han doblado, y he acabado claudicando. Hay rabia y mierda que sacar a espuertas. Ansiedad que domesticar, la misma que me lleva atacando semanas, la que me hace tener que sentarme en ocasiones, meter la cabeza entre las rodillas y respirar hondo. El alma pesa, joder que si pesa. Cuesta sonreír, y respirar. Como si te hubieran arrancado la alegría de un día a otro. 

El problema de no haber estado nunca en el pozo es que no sabes cómo escalar. Lo único bueno, es que me he dado cuenta que estoy dentro, y tengo unas ganas locas de salir.



"¿Ese es mi arte? Terapia, folios en blanco y una frase que se repite,
¿quién va a perdonarme?" 

lunes, 18 de julio de 2022

El Abismo

 Sentado desde la cornisa y con los pies colgando, viendo la oscuridad de mi calle, sólo interrumpida por los neones del hotel de enfrente. No hay guiris borrachos gritando por la calle, algún hijo de puta haciendo rally por las calles contiguas, posiblemente etílico y puesto hasta el culo. Miro a la luna, en un grito ahogado, intentando que me mire y que me cante una nana, o que me dé un consejo. 

"Creo que he petado". Así comenzaría mi credo. Demasiado estrés mantenido durante demasiado tiempo. Hay buitres sobrevolando mi cabeza y hienas que siguen mi rastro. Un monstruo que habita bajo la piel, que te atenaza en cada paso, que hace que tiembles en cada puta decisión, que te carcome por dentro, que te desfigura el rostro. Que hace que falles una vez tras otra, como una serie de catastróficas desdichas no aleatorias. 

Y me he sumergido en esa espiral, nadando entre las pulgas del perro flaco, queriéndome menos, odiándome más, asqueado de todo y de todos, respondiendo con un "bien" cuando quieres decir un "mal", sin saber la puta razón de este sinsentido. Estoy sin estar. No soy mi cien por cien, ni tan siquiera un sesenta. Me he hecho pequeñito, sin saber porqué. Y malo. Haciendo daño a quien me importaba. Ni reencontrarme con mis raíces me ha salvado. 

Como el cuadro de Picasso, con el barro hasta las rodillas, a hostia limpia a garrotazos contra mí mismo, en medio de una crisis existencial.


"Un día empiezas a rezar sin creer
A besar sin querer, a pesarte
Y pensar en salir a correr
A quererte mal, por querer verte bien"



viernes, 15 de julio de 2022

Cuando canten las chicharras

 Aún cantan, aunque el sol ya se ha ido, y únicamente se ven unos tímidos rayos de sol en el horizonte. Los colores malvas y anaranjados de su puesta, la luz cayendo, justo antes del luscofusco. Siguen cantando, no se acojonan con el ruido de mis pisadas, ni con mi respiración errante. Cantan, aún cuando se acerca el momento de batir sus alas, cuando se escucha de fondo el rugir del tractor del labriego. 

Y yo, como él. Observa el plantío, ahora arrastrojado, repleto de terruños, semejante a los retales de mi alma. Agarra uno y lo aprieta fuertemente, como si de su corazón se tratara, viendo cómo se deshace entre sus manos. Con la mirada dura, el semblante serio, ceño fruncido y una mueca de amargura en la boca. Se atusa la barba de cuatro días de las comisuras de la boca y se rasca la frente sudorosa, preguntándose, si de esta tierra, ahora polvorienta, brotará un futuro mejor. 

Aún cantan las chicharras. Y yo ya me he ido, con las manos colmadas del polvo de haber reducido mi propio corazón a cenizas. 





viernes, 1 de julio de 2022

Roots

 Llevo días mirándome en el espejo sin saber muy bien quién o qué es lo que refleja. Unas ojeras malva, un mar alborotado de rizos tricolores, la sombra de un "he sido", las promesas de un "seré", un semblante serio, las arrugas del estrés, un sollozo ahogado, un silencio gritado, una pena en el alma que pesa como una losa y que se disfraza de ansiedad, y quizás la puta realidad llamando a mi puerta.

Dije que dejaría de competir. Dije que dejaría de entrenar y de castigarme. Dije que dejaría de apretar tanto como para vomitar. Dije que no volvería a castigar tantísimo a mis piernas como para que fallasen. Dije demasiadas cosas. Y mentí.

He tenido que mirarme a las piernas, y ver las venas que surcan sus aristas, para darme cuenta de que el sofá no es mi lugar. Que aprecio el sufrimiento agónico, las pulsaciones altas, el esfuerzo máximo, y que siento nostalgia cuando lo experimento a cucharadas. Esas venas me han recordado el valor de lo distinto, del pelo largo, del rock a toda hostia en el coche, de ser un puto macarra con dotes de cultureta, de vestir igual de cómodo con una camisa de ciento veinte euros o del mercadillo. Por esas venas, corre mi esencia, aquello que jamás podré rechazar por in contra natura, la sombra de mis deseos, la luz de mis emociones. Por esas venas, circula la sangre monstruo dormido, que dudo mucho que supusieras siquiera existía.

¿Tienes cojones a conocerlo?


"Nada me detiene y ni me toca
No hay suelo debajo de mis botas
Y voy, dejándome caer
Dejándome llevar, dejándome la pie"

miércoles, 20 de abril de 2022

A ti

A ti, que llegaste en un momento de controversia hasta mi vida. A ti, que anidaste en mi pecho sin mi permiso. A ti, que me calmas y alivias mis pesares con tan solo mirarme. A ti, que duermes cogiéndome de la mano y sin soltarme. A ti, que me cambias el humor hasta en mis peores días. A ti, que correteas por mi casa en pijama o medio desnuda. A ti, que sacas el sol en mis días más grises, que me pintas una sonrisa imperecedera. A ti, que me pinchas y te ríes, y consigues que me olvide, por un momento, de esa sensación horrible que provoca el despertador cada mañana cuando suena. 

A ti, que me enciendes con una caricia, o un beso. A ti, que me abrazas mientras friego, que me asustas escondiéndote en el garaje. A ti, que te disfrazas de poesía y de verso para envolver a esta alma errante con tu cuerpo de carne y torrentes de sangre. 

 A ti, te quiero.




viernes, 18 de marzo de 2022

Los restos

Juraría que no habíamos cambiado de semana, mes o año. Juraría que seguimos en aquella terraza bebiéndonos un tercio de estrella Galicia. Juraría que, como en esos videoclips de música de final de los noventa, los dos protagonistas se quedaban quietos, mirándose a los ojos sujetándose las manos, mientras todo a su alrededor se movía a una velocidad descomunal.

El despertador avisa, día tras día, del paso del tiempo. Las canas, también. Los achaques y los dolores, aunque no siempre tenga que ver con la edad. Y desde que suena el despertador, considero los días como un trámite que hay que cumplir hasta llegar, cada noche, al calor de tu cuerpo. A los abrazos al llegar a casa. Al que no tenga que decir nada porque me lo leas en los ojos. A las risas improvisadas. A los polvos de sofá. Al brindar con un vino entre semana. Al improvisar un plan y no pensar en el resultado. Al vivir. Al ser feliz. Sin peros. 

Sé que moriré. O moriremos.

Y no pienso dejar ni un resquicio para los putos gusanos.

 


"Deja dormir tu mano en mi pelo otro día más..." (Ciudad Jara)



viernes, 28 de enero de 2022

La huida

 De los mordiscos y los gemidos a los temblores del orgasmo, del ruido de los gemidos del placer más intenso al silencio de una estancia que se ha impregnado con nuestro olor a sudor, de la luz de la vela a la oscuridad más intensa, de las capas de ropa a nuestros dos cuerpos desnudos, que intentan fundirse en uno, apretando piel contra piel.  Y así, empapados en fluidos, totalmente extenuados, abrazados, desnudos, con los ojos medio cerrados y la respiración profunda. Así. Sí.

Es en ese punto cuando más vulnerables somos, cuando más sinceros tornamos, el lugar donde afloran las emociones y los sentimientos, justo cuando volvemos a ser reales, y nos quitamos la careta que nos imponen la sociedad y las redes. Solos tú y yo. Sólo tú y yo.

Nos hemos escapado, después de encontrarnos en un mundo extraño, lleno de ruina e inmundicia personal, y hemos viajado a un remanso de paz durmiendo toda la noche abrazados. Hemos huido, sin mirar atrás, con la esperanza de que mañana el mundo será mejor.


"Y encierro en tus ojos el miedo al fracaso..." (Desakato)

lunes, 10 de enero de 2022

Geralt

 ¿Y si todo fuera mucho más simple de todo lo que me habían explicado antes? ¿O de todo lo vivido? ¿O de los clichés y estereotipos impuestos por la sociedad y la telebasura? ¿Y si la sinceridad siguiera existiendo? ¿O la bondad? 

Ni tan siquiera los ojos del brujo fueron capaces de resistir sin sucumbir, y dentro de su alma pétrea, notó como un silencioso grito derrumbaba todos sus muros, partía sus corazas y derretía las murallas de puro hielo que rodeaban su corazón. Un alarido de voz sedosa y cálida que le hacía replantearse toda su existencia, que creaba certezas y respondía a sus preguntas, que removía sus entrañas, y que hacía que olvidara el dolor pasado mientras la miraba a los ojos.

"Que quiero que me muerdas, quiero que me arañes, que empañes cada cristal..." (Ekko)