lunes, 29 de noviembre de 2021

Darwin

Se dibujan sombras monstruosas frente al armario de esta habitación, surgen de la nada, creadas de una llamarada de cera y parafina, proyectando la realidad de los seres a los que golpea la luz. Entre dos luces, nos miramos e involucionamos, dando rienda suelta los instintos más primarios, demostrando que Darwin no se equivocaba. 

Y así es como los besos se lanzan y se muerden casi en el aire, como si de una fiera hambrienta se tratara. Ávidos del otro ser, del que tienes frente a frente, de recorrer cada centímetro de nuestros cuerpos, haciendo que las uñas se vuelvan garras y sentir cómo se rasga mi piel mientras mis dedos oscultan cada uno de tus recovecos. Gruñidos. Sonidos casi primitivos. El placer intenso de morderte el labio y sentir cómo tus fluidos impregnan mi mano, antes de hacer que tus piernas estrangulen mi cuello cuando mi lengua recorra tu sexo mientras tu mano me tira del pelo, debatiéndose entre continuar con el placer o llegar al orgasmo. 

Quizás no sea la declaración de amor más bonita del mundo que puedan hacerte, pero será la más real: Ser capaz de follar como animales y quedarse dormidos abrazados, frente a frente, sin querer separarse el uno del otro.


 
"Podrías escribir tu nombre sobre el cemento fresco del palacio que estoy construyéndome por dentro" (Arri).

lunes, 22 de noviembre de 2021

Chaplin

Es difícil de explicar. No es una cuestión de valentía o audacia, o una temeridad desmedida. Puede que en algún momento de mi vida pudiera identificarlo como un manifiesto desprecio a la estabilidad emocional, pero no hoy, no ahora, no con ella. He pensado en intentar explicarlo todos con palabras, desde la distancia de las horas, desde la soledad de un escritorio, cuando las emociones se han apaciguado, cuando la sangre ha desinflado cuerpos cavernosos y ha retornado al encéfalo. Y, creo, que por primera vez, no soy capaz de describirlo. 

Podría leerme el diccionario de la RAE entero, y con todas esas palabras, no sería posible escribir cuatro líneas y que me comprendierais. Probablemente, ni tan siquiera una. Y si yo pudiera, dudo mucho que lograrais entenderlo. Por eso, creo que esta vez me quedaré mudo. No intentaré describir nada, ni perder mi tiempo en explicar algo que tan sólo los más románticos sean aptos de descifrar.

La sensación de estar mirándola a los ojos mientras follábamos a la luz de una vela. 


"Pasó de ser la razón de mis desvelos al motivo de mis sueños más tranquilos" (Arri).

lunes, 15 de noviembre de 2021

Colón

Un Jackdaniels, un hielo, si puede ser el Single Barrel, mejor. El otoño se ha evaporado entre los dedos, hace un frío de cojones. El viento helado corta mi cara, cada vez menos expuesta por el vello facial. Hay incluso ciertos guiños a una barba de talibán, pero cuidada, será por eso que ayer me pararon llegando a casa y me pidieron la identificación. Miro el licor, desde detrás de la chupa negra de borrego. 

Sonrío, mientras me paso la mano por el rostro y niego con la cabeza. Dentro de ella, un volcán de pensamientos y emociones. Y mi sonrisa contenida, la cara de tonto, aunque el cansancio se empeñe en apuñalarme la cara con crueles ojeras color malva y una apariencia de haber salido de un estercolero. Da igual, una imagen sigue dentro, dando vueltas, orbitando mi mente, preponderando al resto de circunstancias vitales. Una voz muy viva, un testigo de un intenso y corto fin de semana donde las calles de Madrid se fueron iluminando ante nuestros pasos, y la promesa de dos extraños que se besan en Colón: Sentiremos de todo, menos miedo. 

Apuro el bourbon, dos tragos. Y pienso en cómo explicarle al que late dentro que va siendo hora de quitarse la armadura...


"De todas las flores que nacieron del vergel de mi difunto pecho, la más bonita, llevaba tu nombre" (Arri)

 


viernes, 12 de noviembre de 2021

El Payés

Me acuerdo todavía de aquella frase que me dijiste hermanito, "es más fácil cambiar el curso de un río que la voluntad de un hombre". Años después, me doy cuenta de que no hemos cambiado ni una pizca. Después de haber caminado entre penumbras encontré de nuevo mi camino, mi lugar, mi auténtico yo, todo mi ser, mi esencia. Aprendí que, pese a cicatrices y desasosiegos, jamás cambiaré, y puede que sea eso lo que me hace especial. 

Quizás sea ese sendero el que me llevó hasta sus manos. Podría decirte eso que decíamos siempre, el "es raro, no sé" pero creo que, tanto como tú como yo, sabríamos en ese preciso instante que la única respuesta a las preguntas las tiene el propio camino, el devenir de la vida, las elecciones que hacemos. Por eso, no te voy a decir que "no sé", porque en realidad "sí sé", aunque no sepa el porqué. Sí sé mi sonrisa de tonto, las miradas sutiles entre cervezas o polvos, las conversaciones nimias que acaban siendo trascendentales, el brillo en los ojos, los besos, la paz postcoito, la guerra durante, el placer más inmenso, un ataque de risa y que te duela la boca de reír. Sé, que sonrío más y me enfado menos, que no me preocupo y que jamás dejareis de ver mis dientes por mucho que pese el mundo que llevo encima. 



"Nunca supe de plazos, espacios, velocidades, ritmos o medidas, por eso decidí desenterrar mi corazón y llevarlo siempre encima" (Arri).

sábado, 6 de noviembre de 2021

Amores perros

A menudo escucho esa pregunta recurrente y manida, "¿Tú prefieres perros o gatos...?", que busca una especie de respuesta absoluta y extracorpórea, como tratando de encontrar una conexión sideral a través de los animales. ¿Por qué no un hurón? ¿O una tortuga? Jamás tuve mascota, propia, al menos, si bien conviví con animales, de dos y cuatro patas, y sin duda alguna, respondería que definitivamente sería un perro, como un dogma de fe. 

Ahora mismo, puedes verme atemorizado en un rincón, casi meándome encima, viendo una mano acercarse. No me malinterpretes. No sé si me vas a pegar una hostia o no. Sólo sé que las anteriores a ti lo hicieron. Por eso no mantendré la mirada, ni te miraré fijamente. Lo haré de reojo, buscando una salida cuando el bofetón llegue. Tengo miedo ante tus pasos, que, decididos, avanzan hacia mí. Después, has bajado hasta mi altura y me has tendido tu mano. Casi entro en pánico, pero al final, no me ha golpeado. Se ha quedado quieta a unos centímetros. Yo me he girado y la he olfateado. Desprendía un olor maravilloso, a mujer y a cariño, y me ha recordado al mismo dolor que sufrieron mis costillas. Has posado tu mano sobre mi rostro, acariciándome con el dedo pulgar, como esa sensación que casi había olvidado, mirándome a los ojos, transmitiéndome confianza y paz. Creo que has notado cómo mi espíritu cambiaba, un poco, y te miraba obnubilado. Sonreías. Estabas preciosa, con tu pelo largo y negro, esos ojos penetrantes y labios carnosos. Posaste tu mano en mi pecho, rascándome, y me dijiste "¡Vámonos de aquí!", y yo, no sé muy bien porqué, decidí dejar mis miedos aparcados y correr a tu lado. 

Claro que somos ese perro, porque no importa los palos que hayamos recibido, nunca nos negaremos, aunque al principio desconfiemos, a encontrar de nuevo ese cariño que nos haga volver a sonreír. 


"A veces, estamos esperando una hostia que no sabemos si algún día llegará..." (Arri). 

miércoles, 3 de noviembre de 2021

Maravilla

 Fuera llueve y ha empezado a hacer ese frío que se convierte en preludio del invierno, como el primer vaho saliendo de la boca al hablar. Como si por un instante enero hubiese llegado a las calles de Madrid, heladas y empapadas bajo la lluvia. Y tú y yo, empapados por dentro, conteniendo una pasión quinceañera desbordada, cuando ya pasamos los treinta. Como las musas de un sueño erótico, mordiéndonos los labios, arañándonos, maltratándonos en el mejor de los sentidos.

Se escuchan las gotas golpear contra la persiana, bajada, y entre las luces de dos candelas el aire se ha hecho denso, huele a sexo y a fluidos, a placer intenso, a gemidos y a sudor, a pecados cometidos sin ningún pudor ni resquemor. Las bocas se abren, los ojos se cierran, justo antes de llegar juntos al orgasmo, y un instante después, nos quedamos quietos, mirándonos a los ojos, pensando que podríamos acostumbrarnos a esto. Yacemos desnudos, y como por inercia, buscas mi pecho y yo tu espalda para acariciarte. 


"Fóllame tan fuerte que mis miedos salgan corriendo, acojonados" (Arri).

lunes, 1 de noviembre de 2021

Otoño

Un paso atrás para coger impulso, un salto al vacío, la sensación de ingravidez y la aceleración de camino al suelo. Todos esos pensamientos que pasan por tu cabeza conforme la velocidad aumenta, recordarlos y abrazarlos, y, sin embargo, no tener miedo al impacto. Es más, sonreír y pegar los brazos al costado, girar el cuello hacia abajo y caer en picado, sin pestañear, sintiendo el viento en el pelo, apretando los dientes y los puños. Y justo antes de impactar contra el firme, despertar. 

Casi sin alterarme. Sin sobresaltos. Como el que acepta la muerte como parte de la vida, la derrota como consecuencia del juego, los fracasos como una reminiscencia de las veces que se gana. Miro al techo. Con las sombras que dibujan las dos velas que mantengo encendidas. Pienso en que llegué al punto en el que prácticamente nada me produce miedo, y sin embargo, algo inquieta mis vísceras, algo que mi instinto no sabe identificar con nada concreto, quizás sea la incertidumbre vital. O quizás, sea la extraña sensación haber recuperado la capacidad para volver a tener ilusión.


"Si te mantienes en silencio mirándome a los ojos serás capaz de escuchar los latidos de un corazón de piedra" (Arri).