lunes, 29 de octubre de 2018

Tarde


Cuando te acuerdes de mí será ya demasiado tarde.

Los gatos maullándole a la luna, el fuego en los pies, la escarcha en el alma, y darse cuenta en ese mismo instante del valor de los pequeños gestos. El beso en la frente y la taza de chocolate caliente al llegar con la nariz congelada y los copos de nieve entre el cabello defenestrarán las últimas botellas de Moet en aquel garito pijo.

Cuando te acuerdas mí, es ya demasiado tarde
.
Los perros ladrando mi nombre, los gatos ronroneando el tuyo. Recordando los yermos páramos del amor, donde sólo follábamos, como delante de aquel espejo, como atada a aquella cama de pies y manos, vendada y sensitiva. Cuando los mordiscos no dejaban cicatrices, ni los arañazos en la espalda, y jugábamos a ser dioses griegos entre las sábanas.

Cuando te acordaste de mí, fue ya demasiado tarde.

Puse tierra de por medio, vacié en los ríos la tinta de mis venas y dejé que éstos te cantaran mis últimos sonetos. Por este bufón del tres al cuarto, disléxico de emociones hasta que te vio, por este contable de latidos perdidos, por este payaso cuya máxima aspiración en la vida no fue robarte un beso, sino sacarte una sonrisa.


"Y enterrar a tres metros bajo el suelo, en una caja la pena y el miedo" - (Noprocede).

martes, 16 de octubre de 2018

3 a.m.

Y salimos del bar en mitad de la tormenta, sin paraguas, sin complejos, sin apenas remordimientos.

No corrimos a los soportales, caminamos bajo la lluvia saltando sobre los charcos, intentando lavar el alma, vaciar la mochila del pasado, resetear la mente y curarnos el alma. Deseamos que se nos calara la ropa para tener excusa para subir a casa. Jugamos a quitárnosla con prisa, a modernos, a besarnos, a tatuarnos las caricias en la piel, a quedarnos pegados por el sudor mientras follamos, a dormir abrazados, fingiendo que nos daban miedo los truenos y los relámpagos.

Nos despertó la mañana, con el sonido del viento que arrastra las semillas de los dientes del león y las pestañas sopladas, con el silencio que construyen los deseos de madrugada...

Y no tuvimos miedos, remordimientos, ni complejos, para decir "no te marches", ni contestar "yo me quedo". 

Qué bien te queda el vestido de escarcha - Vito.