martes, 20 de febrero de 2018

Tuareg

Caminando por un desierto de sal, vestido de traje, con los zapatos en la mano y ojeras, un par de manchas de whisky barato en la camisa. La corbata desanudada cayendo como una liana por ambos lados del cuello, tres botones desabrochados, uno de ellos, arrancado. Tres manchas de carmín en el cuello en forma de beso, y en su mano, un cigarrillo incandescente. Huele a perfume barato y a hastío, mezclado con tabaco y alcohol. 

Si se desnuda, verás en su espalda dos alas tatuadas y en su hombro un corazón atravesado por una flecha, con aquel lema que jamás será mentira: "Amor de madre". Dejó de perseguir el amor, y se dedicó al sexo seguro, al polvo rápido en un baño, al que ansía poder y dinero, al que sólo mira a los ojos cuando practica sexo oral. A los errores frecuentes y los deslices de una noche o de dos o tres, a las llamadas de madrugada...

Y así es como Cupido vuelve a casa caminando cada sábado por la noche...

"Y cuando te pregunten por mí,
cuéntales que encallé tantas veces como tiré para adelante" 
(Martín Romero).