martes, 25 de octubre de 2016

Robe Iniesta

"Me da vértigo el punto muerto, y la marcha atrás, vivir en los atascos, los frenos automáticos y el olor a gasoil.
Me angustia el cruce de miradas, la doble dirección de las palabras y el obsceno guiñar de los semáforos...".

El Ideario de Francisco Ortega Palomares empezaba así, disimulado en una canción de Extremoduro, el mío, dice que hay cosas que me dan miedo.

Me aterran las distancias y el deambular de los kilómetros agolpándose sin piedad en el borde de mis costillas, desgastando mis suelas y minando mi alma. 

Me acojonan las sonrisas sin sentido que proclaman al viento que las cosas que no me cuentas yacen en otros oídos.

Me paralizan los besos no dados, las caricias guardadas para mejores momentos y los polvos no echados, y, me oprimen el pecho algunos pensamientos, fundados, de otras realidades.

Me acongojan las noches frías y largas, el sabor a invierno en la punta de la lengua, las ganas de salir corriendo repentinas, el empujar cuesta arriba constantemente y el llegar a cansarme.

Pero sin duda, lo que más miedo me da en la vida, es conocer al ser humano, sus mentiras y su falta de corazón, y saber, que, con el tiempo, acabaré siendo uno de ellos.


lunes, 24 de octubre de 2016

Esperanto

Llamando a las puertas de mi propio corazón, he encontrado una nota en la que ponía que no volvería jamás, que estaba harto de tanta tontá, de tanto sufrimiento disimulado, de tanto egoísmo disfrazado, de las noches de insomnio y de las de duermevela, de los estúpidos latidos que se cuentan como ovejas, para matar el tiempo, para invocar, infructuosamente, el sueño, antes de que los primeros rayos del alba descubran tu cara sobre el espejo y te recuerden que sigues vivo, vivo, jodidamente vivo.

Tan vivo que las palabras se convierten en puñales, las miradas en bombas racimo, cada caricia se torna en el corte de un cuchillo y las sonrisas se mudan en silencios.

Silencios eternos, de esos que hacen tanto ruido que ahogan los gritos, los besos, los gemidos y hasta el sonido de la lluvia en los charcos, el mismo que disimula el tifón de pensamientos que bullen dentro de ti, el huracán de suspiros que acumulas y las trombas de lágrimas que empapan tu alma, calándote, hasta el hueso. 

"Llevo el otoño en la mirada, el verano en los pies y el invierno en la sonrisa... de la primavera, jamás se supo" (Arri). 


sábado, 15 de octubre de 2016

Vida

Aquella noche me quedé a dormir en sus ojos.

Le quité el precio a los besos, el miedo a las caricias y la ropa a la vida. Se quedó en cueros delante de mí, abierta de piernas, incitándome a recorrer con mis labios por última vez sus caderas. Vida se acariciaba el pelo y me atraía hacia sí. Me besó tan fuerte que cortó mi respiración, y agarrándome del cuello mientras me mordía el labio, me susurró al oído:

“No importa quién vaya o quién venga, siempre estaré a tu lado”.


Después me dejó respirar, y sin saber por qué, salí al balcón a gritarle a la luna. 


"Caras las noches que contamos las miradas,
y oscuros besos que parecen agujeros,
y un paladar herido a la mañana será eterno,
y la paciencia será el filo de un disfraz..." 
(Ferrán)

jueves, 6 de octubre de 2016

Sobrevolando París

Acurrucado entre sábanas, entre luz de velas o en la más absoluta oscuridad, abrazado a un cojín fuerte y echando de más a los kilómetros que se interponían entre ambos. La distancia puede destruirte, o transformarse en una capa impenetrable de acero y hormigón, casi indestructible. Aún la sentía cerca. Aun sabiéndose solo.

Recordaba el tacto de dos cuerpos desnudos, el piel con piel, las manos agarradas, la respiración tranquila del poscoito y el calor. La sensación de sentirse invencible cuando ella le agarraba por detrás, cuando se recostaba en su pecho, cuando se abrazaban, la seguridad de estar ahí cuando le agarraba por detrás y le decía:


“Quédate conmigo cinco minutos más, quédate conmigo toda la eternidad…”.