jueves, 14 de junio de 2018

El Emplazado

Haz una introspección y no verás nada.

Tan sólo un desierto de sal, un páramo yermo donde nada crece. Cierra los ojos, intenta escuchar una voz que te guíe. El silencio contestará con alaridos. Olfatea el viento, intentando encontrar un olor familiar, un rastro de vida, un recuerdo inerte. Nada.

Bienvenido al cementerio de los románticos. 

Has envuelto en una paño de marcado acento romano los restos de un manido corazón palpitante. A cada latido, un poco más de veneno, a cada memoria, un centímetro más de herida, por cada promesa incumplida, un gramo de sal en ella. 

Un bandada de negros pensamientos se ciñe sobre ti, formando una nebulosa que no te deja ver el sol. Embalsama el corazón, riega las cicutas y ortigas que nacen de tu costado, sumérgete en el agua y deja que los bueyes del agua te embistan, limpiando tu ser, purgando la ponzoña, apretando tus purulentas llagas, repletas de odio, cargadas de incomprensión, y prepárate para un nuevo amanecer.


[Basado en el Romance del Emplazado, de Lorca].