miércoles, 23 de noviembre de 2016

Agujeros de Gusano

A veces me imagino en un futuro no muy lejano, haciendo caso al consenso social, con una casa, un trabajo estable, una familia a medio formar, un perro, un hobby para los fines de semana, un gimnasio al que pertenecer, un club de lectura, y algo absurdo que hacer un domingo por la tarde. Incluso, me imagino siendo abonado del Atleti. 

Después me despierto y me miro en el espejo. Me miro la cara, las ojeras hasta la mitad, con poco glamour y peor fragancia. Me toco el mentón y veo al trasluz cómo las canas empiezan a poblar mi barba. "¡Qué hijas de puta!" - pienso- pero la verdad es que hace tiempo que anidan en mi cabeza. Hago una mueca siniestra, enseñando los dientes, el café los está tintando amarillo intenso. No hay remedio, y los callos de las manos hacen de lija al rascarme la espalda. 

Suspiro mientras tomo el primer café del día, recordando la viñeta del lápiz espada, pensando, por un momento, en todo aquello que cambiaría si atravesara un puente de Einstein-Rosen. 

Pero tras el cristal de la ventana me espera un monstruo de siete cabezas, con las garras afiladas y ansia de devorar los sueños de cualquier loco que intente llevar la contraria al sentido. Un monstruo que muere y resucita cada día, del que a veces escapo ileso, y que otras me despedaza lentamente mientras se descojona de risa. Lo llaman Realidad. 


"Si eres capaz de interpretar mis silencios, serás capaz de leerme el alma" (Arri).

martes, 22 de noviembre de 2016

Acervo

Tan duro como opositar a la muerte, saber el final y verla acercarse poco a poco, con su sonrisa macabra y su piel blanca. Es como ver venir una hostia de lejos y saber que la tienes que recibir, sin poder cubrirte. Eso, eso es el paso del tiempo, alimentados con los dejà vús repentinos.

Creo que esto ya lo viví antes -y sin embargo parece que ya forma parte de mi acervo. 

Un acervo de descalabros, de errores repetidos, de dones por miles, de virtudes secas, de un prepotencia sobrevenida, de locura contenida, de ganas de correr y llorar y gritar y de romper cosas contra la pared. De silencios, de poesías que rebotan contra la pared, de escribir versos sobre un cristal lleno de vaho, de manchas de carmín en la camisa, de sonrisas sin compromiso y de polvos que maniatan el alma.

De aquello que inunda cada centímetro cuadrado de mi piel, la más exquisita y absurda estupidez.


"Supongo que fueron todas y cada una de mis elecciones las que me trajeron hasta aquí..." (Arri).

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Gil Pender

- ¿Crees que todo el mundo piensa en la muerte?
- Sí, sin lugar a dudas.
- ¿Y cómo te la imaginas?
- Supongo que será como esa sensación de ir quedándote dormido poco a poco. Cuando empiezas a escuchar todo cada vez más distante, y la oscuridad se empieza a hacer patente. Sólo que de este sueño no despertarías jamás. 
- ¿Y después...?
- No lo sé, no conozco a nadie que haya estado allí y haya vuelto. No creo que haya fogonazo de luz, ni túnel que pasar corriendo hacia un punto luminiscente, ni sé si hay otra vida plena tras ella. Lo único que sé es que ayer, mirando al cielo, me di cuenta de la insignificancia que tenemos en el mundo. Puedes alzar la vista arriba y mirar las miles de estrellas, algunas ya han muerto, y sólo son un recuerdo que viaja a través del espacio, y nosotros seremos, para aquellos que queremos, eso mismo. Un haz de luz que poco a poco, se irá difuminando con el tiempo. 
- ¿Tienes miedo a la muerte?
- Como todo el mundo. Pero asumo que es una parte de la vida y que hasta ese momento en el que se cierre el telón, hay que vivir cada segundo como si fuera el último. Y como decía Hemingway a Gil Pender en Medianoche en París: "(...) cuando ese amor es veraz y real, es capaz de hacer una tregua con la muerte (...)", quizás por eso haya hecho una tregua con la muerte, porque te tengo a ti. 

Medianoche en París
"La muerte, sólo es el principio" (Arma Blanca ft Nach).

domingo, 6 de noviembre de 2016

Brindando

Siempre le verás sonriendo.

Probablemente no encuentres ningún motivo para verle así, pensarás que se ha puesto de tripis, o que la vida aún no le ha dado los palos suficientes como para perder la sonrisa, que es un consentido, que todo en la vida la ha ido rodado, que seguro que no sabe valorar lo que tiene porque no ha luchado por ello. 

Y te equivocarás.

Él es de los que se levantan mirando al cielo, dando gracias por seguir vivo, por poder respirar. De carácter regio y afable, de los que saben qué es el sacrificio y el luchar hasta el último aliento. De los incansables, que no invencibles. De los que prefirieron ver su codo quebrado antes que sus promesas rotas. De los que toman aire antes de entrar a casa y girar la llave, dejando los problemas tras de sí. De los que se pintan su mejor sonrisa cuando por dentro, sólo las lágrimas alicatan sus sentimientos...

Un brindis por los tíos como él. 


"Que te luzca, siempre una sonrisa..."