miércoles, 19 de junio de 2019

La muralla



Los metálicos dientes del alambre de espino han escrito a dentelladas sobre mi piel tu nombre, y cada una de las promesas que nos hicimos han sido talladas a cincel en las piedras que conforman nuestra muralla. Ni las lluvias de otoño, ni el frío del invierno fueron capaces de romperlas, sólo se resquebrajaron al sentir la pena de ver morir una flor con la última helada del mes de mayo.

A sus pies nos herimos bien, y nos quisimos mejor. Dejamos de querernos para empezar a amarnos. Abandonamos las apuestas e invertimos en un valor seguro. Fuimos capaces de disfrutar de una cerveza y de abofetear al sinsentido común impuesto por las prisas de la suciedad actual, siempre preguntándonos si aquello que vivimos fue real o tan sólo una ensoñación. 

Volaron las estaciones y seguimos preguntándonos lo mismo, incluso al despertarnos abrazados, al ver a la persona que más quieres al abrir los ojos después de un turno saliente. Cambiaremos los pellizcos por los besos y así no será necesario despertarse jamás.

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"Quiero ser quien te acompañe en cada instante..." (Dante).