jueves, 26 de enero de 2017

Mr. Coward

Llevaba un vestido a medida hecho de tristeza, en sus labios podía olerse aún el hedor del olvido, de sus ojos brotaban las notas de un piano y los acordes de un violín viejo, casi oxidado, erguido contra el paso de los años. Su piel se había vuelvo papel de lija por la ausencia de caricias, en el desierto de su sexo quedaba hueco, únicamente, para un mar de dudas, para esas discusiones enfrentadas entre su ello y su alterego. 

Y aún así, seguía siendo terriblemente guapa. Conservaba el encanto de una pasión dormida como una bestia agazapada, como si estuviera guardando los besos para cuando esa persona apareciese, cuando fuera el momento perfecto para gastar la saliva y el sudor acumulados, para derrochar gemidos y palabras lascivas...
... para volver a encontrarse con el amor.

Mientras tanto camina sola, entre la multitud, esperando a cruzarse con alguien que vaya con el corazón por delante, extendido en una mano, repleto de cicatrices, pisoteado y magullado, herido y agujereado, pero tan valiente para seguir latiendo y tan cobarde de hacerlo por no querer morir. 



"Te escucharé los ojos y podré oler el mar..." (Arri). 

viernes, 20 de enero de 2017

Faro

"Mira qué hermosas son las vistas desde la cima" - dijo la hormiga después de trepar una huella. 

La importancia de dar un pequeño paso, o quizás no tan pequeño, sino uno correcto, puede hacer que se reescriba la historia de tu vida. O que la empieces a escribir tú mismo, a vivir el presente de la misma y aprender del pasado. 

Y a veces, aparece alguien en tu vida que actúa como faro. Alguien que te escucha, que te hace las preguntas correctas para guiarte entre la niebla, alguien que te reconforta en las noches frías, que te abraza fuerte en tus peores días. Alguien que te besa y te folla con tal pasión que es capaz de hacer que el mundo se detenga y ya no gire, que ahoga tus malos momentos en saliva y que se anuda a tu cuerpo con caricias hasta que te quedas dormido para comerse tus pesadillas. 


"Tú tan rota y yo tan descosido..." 

domingo, 1 de enero de 2017

Moët

El temor de después de la duodécima campanada, la nostalgia apurada en una copa de cava o de champán cutre, tragar saliva o una uva, como quien traga una bala. Dar abrazos y felicitaciones. Sentir indiferencia con algunos y alegría con otros. Atarse unas tremendas ganas de llorar con las cuerdas vocales y no ser capaz de pronunciar palabra alguna. 

Respirar hondo, tomar aire y sentir el frío del invierno, esa escarcha que se va formando sobre el alma, que lo atenaza y golpea en la boca del estómago, como la primera copa de garrafón. Quizás me esté volviendo viejo, quizás vea los treinta demasiado cerca y tenga demasiadas cosas sin resolver. Y entre los petardos y los borrachos, surge, de entre la niebla, una pregunta incontestable:
¿Y mañana, qué?

"Hoy, por fin, han cerrado los caminos, los bares, los brazos, las piernas, las puertas,
hoy han cerrado las bocas,
hoy, por fin, amor, han abierto el cielo".