Salir a la calle y sentir la lluvia, bailar bajo ella, saltar los charcos o chapotearlos. Ver cómo por los regueros que ésta forma van descendiendo los restos de tiempos pasados, de corazones rotos, carcomidos, roídos por las ratas o picoteados por los cuervos. Y cómo, detrás de ellos, corren a ciegas recolectándolos, cientos de nuevos poetas de mierda, sin darse cuenta de que su falsa tristeza gris empieza a desteñir, impregnándolo todo, dejando a la vista la oscura bestia bastarda que vive bajo su piel.
Yo veo todo esto desde detrás de mi ventana, descojonándome, con una copa con dos hielos y una botella de Jack Daniels, un folio en blanco y un boli bic.
La misma que escondías detrás de tu culo cuando venías a verme en lencería fina, el mismo licor que emanaba de tus labios cuando me abrazabas por detrás besándome en las mejillas, escueta de ropa, candente de pasiones. El mismo que era testigo de cómo tirábamos todo al suelo, nos arrancábamos la ropa y follábamos sobre el escritorio.
Vuelve a visitarme con esa botella. Bésame esta noche. Abrázame mientras explota el mundo. Fóllame y no me dejes dormir, hasta que un futuro demasiado cierto nos atrape...
...el saber que serán los nuestros los siguientes corazones descuartizados que arrastrará la lluvia.
"Le pedí a Dios que te protegiera siendo ateo" (Arri).
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