Vendrás.
Cuando las paredes de mi habitación estén a dos centímetros
de aplastarme el pecho y hacer que deje de respirar. Cuando el techo se niegue
a ser comido cada noche y me cante una nana antes de quedarme dormido. Cuando
se huela la sangre, cuando se escuche el estallar de los huesos y el rasgarse
la carne.
Vendrás cuando este corazón grite libertad.
Vendrás cuando el aire no me falte. Cuando las estrellas del
firmamento colapsen y exploten. Cuando cambie el arrullo del viento por una
canción de rock. Cuando deje de pedir deseos soplando pestañas, cuando lo único
rojo que quede del corazón sea el interior porque el resto haya encallecido.
Vendrás a joderme en el peor de los momentos.
Y resucitarás un holocausto de sentimientos, un huracán de
suspiros, un vendaval de emociones marchitas, un manantial de versos desterrados,
un latir desacompasado y un infarto cerebral, porque él ha sido el único que me
ha mantenido vivo hasta este momento.
Ahora, el que se marcha soy yo...
Caminaré desnudo, dejando atrás todos mis pensamientos, mis
sueños, mis esperanzas desfiguradas y mis errores cometidos, esos que de ser
capaces de borrar sería capaz de repetir.
Caminaré. Solo. Libre.
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