viernes, 26 de febrero de 2016

Dos gotas

Llueve. Me quedo mirando abstraído cómo cae el chaparrón y cómo las gotas corretean por el cristal, persiguiéndose unas a otras, fundiéndose en una más grande, arrastrando a todo a su paso.

Es curioso cómo la unión de dos gotas puede dibujar una línea casi perfectamente recta en el cristal. En ese momento parece que nada les puede detener y arrasan con todo hasta que llegan al borde del alféizar y se suicidan.

Estos días los ves en casa, con el pijama puesto y bajo una manta, riéndote de la gente que corre despavorida bajo la lluvia como si fuera ácida. Hoy no es día de salir. No apetece. Hoy es el mejor día para pasar la tarde amorrado a tu cintura, para pasar mis ratos muertos anclado a tu cadera, para besarte y jugar sucio y lascivo, para agarrarte de la cabellera y morderte el cuello, para follar como locos y, después de habernos corrido, dibujar corazones en el vaho del cristal.


Como dos gotas de agua que se han encontrado y que llegarán hasta su mar. 

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