jueves, 29 de septiembre de 2016

Peregrino

Dentro de poco me verás caer, claudicar y arrodillarme, clamar al cielo, jurarle los muertos al destino, gritar desesperado, apretar los puños, hacer que los dientes chirríen, blasfemar al viento, rendirme en mi último suspiro. Lo mandaré todo a la mierda, querré dormir veinte horas, me la sudará el mundo, la gente y hasta mi propia vida.

Ignórame. Dame una bofetada. Crúzame la cara. Y después, bésame. Demuéstrame que me equivocaba.

Y volveré a ser yo.

El que no se rinde. El que siempre se levanta. El que respira hondo y avanza. El que se cura las ojeras con café y sacarina. El que sonríe aunque le pesen los labios. El que después de caerse se sacude y continúa. El que te acompaña. El que te empuja. El peregrino que te dará de su cantimplora. El hombro amigo. El que esquiva las piedras del camino.

“Sólo los héroes resisten…” (Nach)


domingo, 18 de septiembre de 2016

Canción de muerte

Quedarse de piedra, o helado. 

Ser únicamente capaz de mover los ojos. Sentir cómo todo tu cuerpo se paraliza, cómo las cuerdas vocales se anudan a pares y se hacen un espeso ovillo amorfo. Vértigo. Ver que la situación te sobrepasa. Querer caminar, y dar un paso en la dirección correcta, y fallar. Ser incapaz de rectificar. Hundirse poco a poco entre la inmundicia.

Volver a notarlo. El dardo o la saeta, la carne atravesada, el corazón entre los dietes y la sangre escupida a borbotones. La parálisis, el miocardio rusiente perforando tejidos. y finalmente, el colapso, el no respirar y caer de rodillas. Astillas de costillas por no haber sabido correr a tiempo. Y oscuridad. Mucha oscuridad. Casi perpetua.

Larga muerte al poeta. 








viernes, 16 de septiembre de 2016

Peter Pan

Hubo un momento en el que conseguimos que la razón asesinara a la pasión, en el que lo racional mató a lo increíblemente bello.

Hubo un momento en el que sacrificamos a nuestros sueños en aras de una vida estable y cómoda, un sueldo a fin de mes y una vida llena de los mismos convencionalismos que nos llevó a ser seres programables, autómatas, incapaces de variar un ápice nuestra vida, incapaces de reaccionar a un cambio, incapaces de tomar una decisión en segundos, en variar el rumbo, en vivir.

Hubo un momento, en el que te dijeron que lo mejor es que eligieras una vida sin sobresaltos y estable y que te olvidaras de tus sueños… Y ese momento coincidió cuando te hiciste mayor. Por eso, yo aún sigo siendo un niño.


“He pagado a un sicario para que asesine mis sueños... pero no ha conseguido matarlos (aún)”. (Arri)