jueves, 29 de septiembre de 2016

Peregrino

Dentro de poco me verás caer, claudicar y arrodillarme, clamar al cielo, jurarle los muertos al destino, gritar desesperado, apretar los puños, hacer que los dientes chirríen, blasfemar al viento, rendirme en mi último suspiro. Lo mandaré todo a la mierda, querré dormir veinte horas, me la sudará el mundo, la gente y hasta mi propia vida.

Ignórame. Dame una bofetada. Crúzame la cara. Y después, bésame. Demuéstrame que me equivocaba.

Y volveré a ser yo.

El que no se rinde. El que siempre se levanta. El que respira hondo y avanza. El que se cura las ojeras con café y sacarina. El que sonríe aunque le pesen los labios. El que después de caerse se sacude y continúa. El que te acompaña. El que te empuja. El peregrino que te dará de su cantimplora. El hombro amigo. El que esquiva las piedras del camino.

“Sólo los héroes resisten…” (Nach)


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