Ser únicamente capaz de mover los ojos. Sentir cómo todo tu cuerpo se paraliza, cómo las cuerdas vocales se anudan a pares y se hacen un espeso ovillo amorfo. Vértigo. Ver que la situación te sobrepasa. Querer caminar, y dar un paso en la dirección correcta, y fallar. Ser incapaz de rectificar. Hundirse poco a poco entre la inmundicia.
Volver a notarlo. El dardo o la saeta, la carne atravesada, el corazón entre los dietes y la sangre escupida a borbotones. La parálisis, el miocardio rusiente perforando tejidos. y finalmente, el colapso, el no respirar y caer de rodillas. Astillas de costillas por no haber sabido correr a tiempo. Y oscuridad. Mucha oscuridad. Casi perpetua.
Larga muerte al poeta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario