Eludimos la perspectiva, imaginamos mundos paralelos,
universos ficticios, futuros sin futuro, desayunamos miedo a cucharadas,
pensando en qué cojones pasará en las siguientes 53 horas. Y el silencio
responde: "Nada".
Sugestionados. Reactivos. Esperando algo que no sabes muy
bien que es a lo que solemos poner un nombre extraño, "Felicidad".
Algo que añoramos, que queremos, que anhelamos, algo por lo que venderíamos
nuestras almas... Pero que no todo el mundo está dispuesto a conseguir.
Porque ser dueño de la felicidad exige eliminar la cobardía
de tu vocabulario, dejar que tus acciones hablen más fuerte que tus palabras,
luchar por lo que deseas, insistir, persistir y nunca desistir.
No importa cuánto hayas fallado, ni qué hayas hecho. Si
realmente deseas algo no importará el miedo, ni la vergüenza, ni la distancia,
ni el tiempo...
El tiempo, ese ogro que nos hace madurar, que nos arrodilla
susurrándonos al oído todo lo que perdimos y que jamás recuperaremos. ¿Jamás?
¡Lucha por lo que deseas! ¡Nunca sabrás si era posible si no lo intentas!
... y siempre recordarás lo que perdiste, o lo que pudo ser,
o te corroerán cada noche las dudas pensando: "¿Y si...?".
No hay comentarios:
Publicar un comentario