Acércate a aquél que sea fuego.
Al que haga que salten chispas con una mirada. A quien te
incendie la piel con una caricia. El que te envuelva en llamas con un beso. El
que te queme cuando te abrace fuerte por las noches. El que te alumbre con una
sonrisa. El que calcine tus penas apretando tus manos contra las suyas,
entrelazadas, y amorrándose a tu cintura con brazos y piernas. El que te
caliente el alma y haga que te derritas por dentro.
Acércate a la llama que arda pero no queme, que caliente
pero no dañe, acércate a este fuego.
Acércate a él cuando le veas, y bésale.
Acércate cuando me veas, y bésame, porque tengo el frío de
trece inviernos en la piel congelándome la sangre que circula por dentro.
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