lunes, 15 de febrero de 2016

Brisa del norte

Recorre las calles de tu ciudad sin que te des cuenta, invisible, observándote silenciosa, sin que ni tan si quiera sospecharas que estaba ahí.

Te persigue sin darte tregua, te acosa, te besa la cara, juega con el vuelo de tu falda. Acaricia tu pelo y te lo alborota, poniéndotelo delante de la cara. Se cuela por cada uno de tus rincones, te atiere, hace que te tiemblen las piernas como en un orgasmo. Congela tu nariz, insensibiliza tus dedos, también los de los pies, agrieta tus labios y hace que tirites.

Ella se adhiere a tu piel como si de una maldición se tratase.

Hoy miraste hacia atrás y creíste oír mi voz gritando tu nombre, te temblaron las manos y te dio un vuelco el corazón y al girarte no viste nada, porque tan sólo era su eco gritando a través de una teja.


Ella es mi esencia y yo, soy ella. Ella es una brisa del norte. 

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