La primera vez que la vi me llamaron la atención aquellos
dos ojos avellana, color vulgar aclarado, de esos que tienes que mirar bien y
fijarte para ver cómo son realmente, pero con unas machas verdáceas que los
hacían interesantes.
Detrás de aquel destartalado tenderete, con el pañuelo en la
cabeza y la camisa arremangada hasta el codo, con el mandil tosco, con la
apariencia de espita por delante. Vendía peluches, de diferentes formas y
tamaños, con diferente color, pero todos con la textura del terciopelo.
Algunos con formas diabólicas, casi todos, a decir verdad.
Acaricié uno y pregunté el precio, y ella me dijo que si acepta comprar uno
tendría que quedarme con el resto, porque lo que vendía en ese puesto no eran
muñecos, sino su corazón.
"Elige a quien, después de mostrarle tus demonios, se
quede sonriéndote y acariciándolos en lugar de salir corriendo sin mirar atrás..."
(Arri).
¿Dónde estas? ¿Vendiste todos tus demonios? ¿se fue tu corazón con ellos y te quedaste vacío?
ResponderEliminarAbandona realidad y vuelve a fantasia. O sigue en realidad, en esa tuya, poética y distinta...pero escribe por favor
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar