Ella me dijo que el amor era una cárcel, que era ponerle
barrotes a una vida llena de luz y libertad, que era encadenarse a alguien y
condenarse a cambiar, que estaba segura que cercenarían sus alas a la más
mínima oportunidad, y que le impondrían yugos y grilletes con sabor a
monotonía.
Yo me encogí de hombros y la miré a los ojos con
comprensión.
Y le dije que quizás, su problema no fuera el amor en sí,
sino quién y cómo la habían amado. Que no era renunciar a la libertad, sino
compartirla. Que no era cercenar sus alas, sino limpiarlas y encerarlas. Que
quien te ama lo hace más por tus defectos que por tus virtudes...
Que los grilletes y los yugos serían un espejismo si decidía
volar agarrada a mi espalda...
"Sólo hay algo superior al placer de contradecir a tu
razón,
el dolor al reconocer que tú te equivocabas".
(Arri)
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