Le dije que era la primera vez que me pasaba, que nunca
jamás me habían besado así, que con sólo mirarla notaba mariposas en el
estómago, que era mi primer pensamiento de la mañana y mi último de la noche. Le
dije que no había disfrutado con nadie tanto como con ella ése primer polvo.
Le dije que la llamaría al día siguiente.
Y ella se fue sonriente, y yo rezaba para que no se acordara
de mi nombre, ni de mi dirección, ni de la cama que se quedó encharcada en
flujos y sudor.
"Lléname dos vasos de besos,
y deja que descubra tu sonrisa
en el fondo de cada uno de ellos..."
(Arri)
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