lunes, 4 de abril de 2016

Puente de Tirantes

Hoy estaba sentado en la barandilla del puente de tirantes, viendo atardecer a lo lejos, con los pies colgando sobre el abismo y la última barra de la misma bajo mis hombros.

Me he sacado de los bolsillos un montón de recuerdos con alas y lo que me quedaba de corazón con un grillete y una bola de hierro.

Los he lanzado al aire a la vez para ver qué pasaba. Los recuerdos volaron alto y el corazón fue directo al fondo del río.

Pero, inexplicablemente, todos los recuerdos han bajado en picado hacia el corazón, y no le han dejado que se hundiera en el agua.

Después, han venido a mí, y me han entregado el corazón, no sin antes exigirme una hoja de reclamaciones y abrir diligencias por una tentativa de delito imprudente junto con una misiva: 
eres lo que eres gracias a nosotros, y no sabemos vivir los unos sin el otro.


"Algún día, el corazón dejará de supurar palabras sueltas e interrogantes malditos..."

(Arri).



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