Sé que la escuchaste. Primero se acercó suavemente y te
susurró al oído. Después llamó al timbre, y acabó golpeando con tal violencia a
tu puerta que despertó a todos. Ella era tú razón, ellos eran todos tus
fantasmas y recuerdos, las experiencias vividas en un pasado lejano y no tan
lejano.
Y sin embargo, has mirado por la mirilla de la puerta de tu
conciencia, y has abierto tímidamente, con el pestillo y la cadena echadas,
apalancándola con un pie en forma de cuña.
Le has preguntado qué quería, sin invitarla a pasar. Entonces
se asomaron los vecinos, los vestigios de tiempos pasados disfrazados de
experiencia, o de enseñanza. Uno a uno fueron abriendo las puertas de par en
par, mirando curiosos observándola. Quería pasar y aconsejarte. A pesar de
todas las veces que le negaste el paso, o un vis a vis rápido, seguía allí.
Rumiando el futuro, ese futuro, que tarde o temprano se acaba escribiendo con
la sangre de los corazones heridos.
Y tú, decidiste cerrarle la puerta, una vez más.
"Nadie cae al abismo sin haberse acercado antes a la
orilla"
(Anónimo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario