lunes, 11 de abril de 2016

Peligrosa

Sé que la escuchaste. Primero se acercó suavemente y te susurró al oído. Después llamó al timbre, y acabó golpeando con tal violencia a tu puerta que despertó a todos. Ella era tú razón, ellos eran todos tus fantasmas y recuerdos, las experiencias vividas en un pasado lejano y no tan lejano.

Y sin embargo, has mirado por la mirilla de la puerta de tu conciencia, y has abierto tímidamente, con el pestillo y la cadena echadas, apalancándola con un pie en forma de cuña.

Le has preguntado qué quería, sin invitarla a pasar. Entonces se asomaron los vecinos, los vestigios de tiempos pasados disfrazados de experiencia, o de enseñanza. Uno a uno fueron abriendo las puertas de par en par, mirando curiosos observándola. Quería pasar y aconsejarte. A pesar de todas las veces que le negaste el paso, o un vis a vis rápido, seguía allí. Rumiando el futuro, ese futuro, que tarde o temprano se acaba escribiendo con la sangre de los corazones heridos.

Y tú, decidiste cerrarle la puerta, una vez más.

"Nadie cae al abismo sin haberse acercado antes a la orilla"

(Anónimo)


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