Lléname la copa y brindaremos por todos los malos momentos,
y por los días de mierda que no acabaron con nosotros, y por las heridas
abiertas que supuran, y por todas nuestras derrotas y fracasos.
Alza la copa, aún es temprano, bebe y vuélvemela a llenar.
Ahora brindo por la sonrisa que me pinto cada día, por
intentar ser mejor persona, por tener principios, por no ser mejor que nadie,
por ser sincero, por lo de siempre: luchar sin descanso, por las treguas de
treinta segundos que da la vida, por las veces que llamo a Dios antes de
correrme con cualquier desconocida, por las injusticias que me hacen apretar
los puños.
Otra más.
Brindo por las sonrisas que me sacó, por los buenos
momentos, por los apoyos en mis flaquezas, por la belleza de los recuerdos, por
los polvos que no caerán en el olvido, por los besos que recargaban pilas, por
el sexo impregnando cada uno de nuestros rincones, por los abrazos y caricias.
Rellena.
Por la resaca de los domingos y el olvido de los lunes.
Tira la copa hacia atrás.
Por las "buenas noches" que arreglan días y por
los "buenos días" que pintan alegrías, y por las alegrías que dibujan
las curvas más sensuales de tu cuerpo de mujer: tu sonrisa.
"Si me viste borracho no me lo tengas en cuenta,
posiblemente sólo buscaba matar unos cuantos recuerdos" (Arri).
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