En el duerme vela que dan los treinta minutos de relax
después de comer, habiendo dormido, como mucho, diez horas en los últimos dos
días, he escuchado un sollozo y he notado un temblor dentro de mí.
Era mi corazón llorando.
Yo no he sabido muy bien qué decirle, y le he preguntado, dubitativo,
que por qué lloraba. Él me ha contestado que no lo sabía, pero que hacía ya
varios días que se sentía vacío.
Yo le he dicho que seguramente sería alergia al polen, o a
las pelusas de los chopo, y me he quedado dormido lanzándole un antihistamínico a los pies.
"Y pasé de soplar pestañas a dientes de león..." (Arri)
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