Ya no le tengo miedo a los monstruos de debajo de la cama,
me he dado cuenta de que sólo eran un montón de zapatillas que no coloqué y
alguna camiseta que olvidé lavar, o que se cayó de la silla donde estaba
colocada.
Ya no le temo a los fantasmas, he comprendido que sólo son
recuerdos revestidos de dolor, aunque no los he matado, ya que eso es
imposible, los he mandado al último rincón de mi memoria.
Ya no le tengo miedo a la oscuridad, me cercioné que no hay
nada peligroso en ella, sólo los prejuicios de unos pocos cobardes, por eso,
cuando me hundo en ella, acelero el paso y corro más rápido.
Ya no me dan miedo los ruidos de casa por las noches, ni me
refugio en mis sábanas de plomo impenetrable, me llevé tantos golpes que no hay
miedo a recibir uno más porque tengo la absoluta certeza de que seré capaz de
reponerme a él.
"Tengo el presentimiento de que todo acabará saliendo bien..."
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