Ése será el momento preciso en el que te darás cuenta de la
realidad.
El primer día en el que no te soportes a ti mismo, en el que
todo te parezca mal, tengas la sonrisa puesta en venta y el ceño fruncido.
Cuando odies al sol y a la lluvia a la vez, y en lugar de hablar, sólo
protestes. El instante en que mandes a la mierda todo y tu único anhelo sea
desparecer del mundo sin dejar rastro.
Estará allí, mirándote fijamente.
Te hablará con la sonrisa abierta de par en par, te dirá que
con lo fea que estás ahora mismo no ligarías ni con los ciegos de la ONCE.
Tú reirás, desfruncirás el ceño, y pensarás que es idiota.
Y lo será. Pero sólo tuyo. Tu idiota.
El idiota que se quedó cuando el resto huyó, el que te
agarra en tus desplomes y no deja que te rindas, el que tiene más fe en ti que
tú misma.
Por eso cuídalo tú, idiota.
"Cuando te llegue la mierda hasta el cuello y la notes subir palmo a palmo, estará allí, para salvarte, si le dejas, tu payaso favorito"
(Arri).
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