Ella no sabía lo que quería, pero yo sí lo que necesitaba.
Y por eso le regalé todo lo que le hacía feliz: mi mejor
sonrisa, un beso en la frente y un abrazo cuando todo salió mal, la manga de mi
camisa para secar sus lágrimas, mi apoyo, una conversación amena, romperle la
tristeza a carcajadas, amarla lento mientras follábamos rápido, un silencio y
una mirada atenta cuando necesitaba sacar de paseo sus demonios, mi chaqueta
cuando hacía frío, compartir unas
palomitas en el cine, pedir un consejo, un bocado en el cuello, las caricias
por el pelo...
Le regalé todo lo que soy y todo lo que tengo...
...porque sólo soy tiempo.
«Y surgirá
entre la niebla esa persona que te dibujará una sonrisa imperecedera».
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