domingo, 27 de marzo de 2016

Cordis

Si le hubieses mirado de cerca y directamente a los ojos, podrías comprobar que el jaspeado de sus iris marrones, no eran, sino los pedazos de un alma rota. Aún así, le habrías visto sonreír, posiblemente porque aprendió a entregar un pedazo a cada uno de los diablos que le carcomían por dentro.

Era de ese tipo de personas que son capaces de sacarte la risa con fórceps, y aunque tú te resistieras era imposible. Era un imbécil capaz de enamorarse en un bar por una simple mirada.
Era hasta hoy.

Hoy le encontraron muerto en su cama. Boca arriba, destapado y con los ojos abiertos, éstos seguían teniendo la luz y el brillo que le hacían ser especial, como si el rigor mortis no le afectara. En su boca una sonrisa y las manos abiertas, como esperando recibir algo o a alguien. Parecía feliz.

Y sobre su pecho, reventado desde dentro, como si algo hubiese hecho un butrón intentando salir, dos plumas blancas impregnadas de sangre con una nota que decía:

"Cansado de esperar a quien me mereciera, salí a buscarla yo mismo, y no volveré hasta encontrarla" - Pierre Cordis.





"Y dejó el corazón debajo de la cama..." - (Marea).  

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