Cuando duerma, despiértame.
Cuando calle, háblame.
Cuando llore, hazme reír.
Cuando lo vea todo oscuro, dame una bofetada, y, acto
seguido, hazme ver la claridad con un beso en la boca.
Cuando brote la ira, apoya tu mano en mi cara, y
seréname.
Sabré que eres tú... porque nadie más tendrá cojones a compartir
antes mis demonios que mis sonrisas.
Y porque cuando abra los ojos un lunes, serás tú la que esté
ahí.
"Cuando el dolor se pegue a tu piel, abrázalo fuerte y no lo dejes escapar. Él te enseñará a luchar por lo que quieres, te volverá invencible sin dejar de ser humano".
(Arri).
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