viernes, 12 de noviembre de 2021

El Payés

Me acuerdo todavía de aquella frase que me dijiste hermanito, "es más fácil cambiar el curso de un río que la voluntad de un hombre". Años después, me doy cuenta de que no hemos cambiado ni una pizca. Después de haber caminado entre penumbras encontré de nuevo mi camino, mi lugar, mi auténtico yo, todo mi ser, mi esencia. Aprendí que, pese a cicatrices y desasosiegos, jamás cambiaré, y puede que sea eso lo que me hace especial. 

Quizás sea ese sendero el que me llevó hasta sus manos. Podría decirte eso que decíamos siempre, el "es raro, no sé" pero creo que, tanto como tú como yo, sabríamos en ese preciso instante que la única respuesta a las preguntas las tiene el propio camino, el devenir de la vida, las elecciones que hacemos. Por eso, no te voy a decir que "no sé", porque en realidad "sí sé", aunque no sepa el porqué. Sí sé mi sonrisa de tonto, las miradas sutiles entre cervezas o polvos, las conversaciones nimias que acaban siendo trascendentales, el brillo en los ojos, los besos, la paz postcoito, la guerra durante, el placer más inmenso, un ataque de risa y que te duela la boca de reír. Sé, que sonrío más y me enfado menos, que no me preocupo y que jamás dejareis de ver mis dientes por mucho que pese el mundo que llevo encima. 



"Nunca supe de plazos, espacios, velocidades, ritmos o medidas, por eso decidí desenterrar mi corazón y llevarlo siempre encima" (Arri).

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