miércoles, 27 de octubre de 2021

Línea 5

 Una vez más, el camino de vuelta a casa en metro, línea verde, entre el murmullo casi inaudible de la gente, noctámbulos o aves nocturnas o de paso, algunos de pie y otros sentados, ojos abiertos y otros cerrados, se intercambian palabras en diferentes idiomas, lenguas y dialectos, sexos y sexualidades. Yo sigo de pie junto a la puerta, reclino la cabeza hacia atrás, como el ateo que implora a Dios ante la horca, y respiro. O resoplo. Nunca supe diferenciarlo. Mis ojos se funden en los halógenos del techo, dubitativos, preguntando ¿sientes eso porque estás vivo?

Y el silencio me responde con el sabor dulce de tus labios impregnados sobre los míos y el recuerdo de su tacto suave, de los pequeños mordiscos que sus dientes me propinaban y que conseguían excitarme sin meterme mano. Sé que se ha roto el reloj y se le han escapado las horas y en un pestañear han sonado las campanas de medianoche. Sé que tiene algo. Indescriptible. Indescifrable. Indómito. 

Un abismo en el que me pierdo cada vez que clavo mi mirada en sus ojos.




"Desnudémonos del todo y quitémonos hasta los miedos" (Arri).

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