Cuando acabamos de follar nos quedamos mirándonos unos instantes, sentados frente a frente, en silencio, sin decir ni una palabra, con cara de bobos. Entrelazamos las manos para sentirnos más cerca. Desnudos. Sin prejuicios. Sin corazas. Con las cicatrices a plena vista. Llenos de valentía y a la vez totalmente indefensos. Besé su mano, sonriendo, antes de robarle otro beso más.
- ¿Sabes? -dijo ella llevando la vista hacia nuestras manos-. Es extraño. Nunca he estado con nadie así de primeras, tan a gusto, tan bien, tan conectados.
- ¿Y eso es malo? -pregunté.
- No, pero me asusta. Me asusta mucho.
- ¿Y si te digo que te quedes a dormir? ¿Te asustarías más?
- No. Lo que me asusta es que te voy a decir que sí, y esta noche te pediré que me abraces.
Sonreí plácidamente.
- Y yo lo voy a hacer, pero no te enamores de mí -dije con cara de tonto.
Me miró y sonrió, acariciándome la cara y me besó.
- Creo que hay veces que hay que dejarse llevar, y que ocurra lo que tenga que ocurrir -dijo antes de tumbarse y acurrucarse entre mis brazos.
"What's easy on the eyes
Weighs heavy on the heart"
(The broken view)
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