Cuando le veas, mírale a los ojos y sabrás que está sonriendo a través de la mascarilla. No importa que esté lloviendo y él esté calado, ni que las ojeras le lleven a medio rostro o que las vigilias hayan esculpido en su rostro la parte más humana del cansancio, ni tampoco que lleve un día de mierda. Él lo disimulará, y te intentará sacar la mejor de tus sonrisas. Se esforzará más incluso si te ve apagada o marchita, o si estás en uno de esos días en los que no te soportas a ti misma. Quizás le encuentres moviendo el cuello o cantando en voz baja mientras teclea en el ordenador o levanta peso en el gimnasio.
Si consigues que se quite la mascarilla verás su barba tupida y las canas que se abren paso a través de ella, y podrás ver que pega con las mismas que tiene en el pelo, si no está muy alborotado, y le verás esbozando una sonrisa pícara, e igual arquea una ceja si le caes en gracia. Aunque por fuera parezca hosco, es todo corazón, aunque a veces gruña, aunque pueda llegar a ser terco y cabezota, no tiene maldad alguna. Tiene defectos y virtudes, y de éstas últimas, quizás la mayor sea la capacidad de reponerse, de sanar las heridas. Unas veces con el tiempo, otras veces con alcohol. Y sentirse orgulloso de todas y cada una de las cicatrices que tiene en el pecho por haber amado sin conocimiento, pensando que el término medio es para los cobardes y sabiéndose valiente, aunque después se llame tonto.
Ten cuidado si eres capaz de amarlo, porque puede ser adictivo. Podrías acostumbrarte a dormir en su pecho después de follarte tan sucia y dulcemente que perdieras la noción del espacio tiempo. Te sonreirá mientras recorre con su lengua tu torso desnudo y tus más profundos lugares, y te comerá la boca y hará que te corras. Después contará tus lunares, mientras te mira a los ojos, en ese ambiente en el que el aire se hace denso después de haber hecho el amor. Le preguntarás el porqué del tatuaje de su costado, y él te dirá entre carcajadas, que es demasiado pronto para que lo sepas. Tú querrás repetir, y él, sólo te pedirá que no juegues con los restos que le quedan de corazón mientras la conversación os lleva a una noche sin fin...
- Y cuando hayas acabado de leer esto, te darás cuenta que ÉL soy YO -.
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