martes, 14 de septiembre de 2021

Eleanor Suits

 Hay una vela encendida mientras que el resto de la habitación permanece en la penumbra. Se dibujan sombras, tras la llama tintineante mecida por el viento. Fuera llueve. Se escuchan las gotas caer, y los regueros correr calle abajo. Un uber en doble fila frente al hotel de los gabachos escuchando el Barça-Bayern. A lo lejos, el sonido de los coches pasando rápido por la calle Alcalá. Después el silencio, un extraño acompañante en Madrid. 

El sonido de la paz y la calma, el de las madrugadas del lunes, el impasse entre latidos, ahora amortajados. El sigilo de mis pensamientos, al final atenuados o simplemente callados, o desterrados al olvido. Los rescoldos humeantes de una guerra provocada por unos ojos grises y una ruleta rusa apuntando al pecho que se desdibujan en el eje espacio-tiempo a la vez que recordaba...

El galope del bandido, el arriado de velas del pirata, los labios cosidos del poeta. Las salpicaduras de sangre sobre la pared de mi cuarto después de haber acribillado a navajazos mi propio corazón. El olor a sexo vacío y sin compromiso, sucio y placentero. El tacto pegajoso de sus fluidos en mis dedos. El mordisco en el hombro, y en el pezón, justo al lado del lunar. Una buena comida de polla. Ponerla a cuatro patas, tirarla del pelo, sacar el primate que llevo dentro. Follarla duro mientras me pide que la estrangule, mientras gime y se encorva su espalda, sus ojos se ponen en blanco y agarra con sus manos las sábanas, hasta que al final, entre espasmos, llega al orgasmo pidiéndome que no pare, reclamando para sí mi esencia más lasciva, queriéndose sentirla dentro, caliente, peligrosa, como un juego azaroso de amor y odio.

- Mañana madrugo -musité-. Es posible que te cierre el metro si no te das prisa. 


"No necesito amor, sólo tu compañía..." (Recycled J & Cruz Cafuné)


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