Nunca te has preguntado por qué no me viste llorar. Ni la
razón de las ojeras que me llenaban media cara. Jamás te preguntaste porqué
llenaba los vasos de tristezas y me los bebía de un trago. Tampoco porqué
escribía todos mis errores en aquellos trozos de papel arrancados.
Me viste sonreír en la peor de las situaciones. Apretar los
dientes y luchar cuando menos fuerzas tenía. Y aguantar estoico el dolor,
viéndolo cicatrizar poco a poco, con el tiempo, porque hay heridas que no curan
ni besos ni polvos, sólo el tiempo.
Pero no te preguntaste cuánto me pesa el alma. Ni el porqué
de mis desvelos. Ni porqué suspiro cuando veo que te derrumbas. O por qué me
quedo cuando todo el mundo escoge salir corriendo.
Creíste que salí de un cuento, cuando el cuento lo pinto yo
para endulzar la realidad. Sólo yo sé el por qué de mis porqués... porque llevo
veintiséis años de lucha sin tregua.
"Me cansé de arropar tus miedos y me fui de copas con ellos" (Arri)
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