martes, 24 de mayo de 2016

Jabalí

Despertar abrazado, cuando los primeros rayos de luz empiezan a entrar por la ventana, dos minutos y medio antes de que suene el despertador, con las sábanas a media cintura, porque es más barato vestirse con otro cuerpo para quitarse el frío.

Y ese instante en el que el corazón se para anestesiado, sin saber si quedarse agarrando aún más fuerte o salir de allí saltando por el balcón, pero consciente de que tiene que decidir. Consciente de que un error que se repite, no es tal, sino una forma de ser.

Y sonó el despertador, y se giró buscando mi cuerpo, y sólo encontró los ronquidos de un jabalí, y el pelo duro, y el mal aliento, y aún así, me besó.


"La condena de la libertad, o la libertad de ser esclavo de los deseos" - (Arri)


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