Unos versos disimulados del Kutxi al pie de una foto en
blanco y negro, de corte triste y rasgado, como la voz del carretero. La mirada
firme mirando al infinito, los ojos intentando vislumbrar un futuro incierto a
través de la niebla del tiempo. Sobre el hombro una chupa de cuero, sobre el
alma los cientos de cicatrices de las experiencias vividas.
La barba sin arreglar de más de veinte días, y la sonrisa
amarilla de las tazas de café, las ojeras a medio rostro y los callos en las
manos. Los pelos de la cabeza alborotados y sin peinar, los labios secos, casi
agrietados por el sol, la tez morena, tiesa, como la piel de los lagartos
empalados en los alambres de espino.
Mira y dime si serías capaz de amarlo.
"En el peor de mis días serías la mejor de mis
sonrisas" (Arri).