sábado, 24 de julio de 2021

Bestiario

[Un bisonte, un lobo y un tejón. 

Ordenados por orden de tamaño, caminan por las laberínticas estepas de mi mente. No intentan devorarse, no se gruñen entre sí, siguen los pasos del anterior, con paso lento pero firme, determinados a no dejar de avanzar. Un trío extraño que se reunió la última vez que mi miocardio se cansó de latir y pidió expirar para dejar de sufrir, y que desde entonces se postuló como los guardianes de mis entrañas. La resistencia y la resiliencia. La esencia de mi ser. Lo único que permanecerá imperturbable al paso del tiempo. Un recordatorio, el reflejo de uno mismo. Una premisa y un objetivo. Los magistrados que juzgarán todos mis actos. Una guía, el sendero para encontrar la felicidad y no abandonarla jamás. La autenticidad].

Ella se giró hacia mí, atusándose el pelo y mordiéndose el labio, intentando provocarme. Con el pintalabios rojo y los ojos azules, intentando seducirme:

- ¿Qué más te hace falta para ser feliz...? - dijo mientras sus dedos acariciaban sus clavículas-.

Y yo solté una carcajada antes de contestarle:

- Yo ya soy feliz, no me hace falta nada. 

[Algo se conmovió dentro de mis entrañas, el bisonte resopló cabeceando arriba y abajo, el lobo miró a la luna y aulló, y el tejón se quedó mirando, inmóvil, esperando otra contestación].

Ella abrió los ojos, con algo de incredulidad, y espetó:

- Entonces, ¿vamos a follar?.

- ¿Por qué no? - respondí.

Y el resto fue historia.



"Arráncame la ropa, y echa las cortinas, piérdeme el respeto ahora que estemos solos, follemos como locos, sin ningún decoro..." (Gritando en silencio)


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