viernes, 16 de abril de 2021

Oración

Hace días que he pasado por una dura crisis existencial. Posiblemente porque se hayan juntado el cansancio, las marañas de pensamientos que urden ovillos de sinsentidos, las horas sin ver el sol, la bajada de temperaturas, las prisas diarias que no te dejan respirar y una larga lista de autoexigencias por cumplir. Ante tanta adversidad aparente, lo único que me sale es tumbarme en la cama y quedarme en silencio mirando el techo. Quizás para frenar en seco o tal vez sea que mi cerebro ha decidido autoprotegerse de sí mismo, aislar esa parte de la personalidad que te aprieta y te empuja, que te fuerza a límites insospechados, y que, a veces, te hace mejorar. 

El cuerpo me pesa, el alma, aún más. Muchos días me destrozo a nivel físico por no pensar que ya lo estoy a nivel psíquico. Otros, sólo quiero descansar, arroparme cabeza y todo, bajar la persiana y que le den por culo al mundo. Escucho los alaridos de la jauría de pensamientos y emociones. ¿Merece la pena? ¿Seré capaz...? Intento subir el volumen de la música e ignorarlos aún a sabiendas que es cuando más necesito un abrazo y un "todo saldrá bien", y que a mis plegarias sólo responderá el eco de mi voz en los cuarenta y cuatro metros cuadrados que habito. 

Mañana saldrá el sol. Lo necesito.



No hay comentarios:

Publicar un comentario