La paz de un abrazo fuerte y la calma de una mirada intensa,
de esas que, sin pestañear, son capaces de disolver todos los males que aquejan
al alma. Como si nos tumbáramos en la cama y pintáramos en el suelo un círculo
con sal de roca para poder descansar, e impedir que nuestros demonios nos
atormentaran. Como si dibujáramos una cruz de sangre para que los arcángeles no
vinieran a asesinar nuestros sueños.
Los brazos donde nos sentimos protegidos, donde no llegan
las gotas de lluvia de la tormenta, que te protegen de los vientos del norte, donde
el sol no quema la espalda. Los brazos a los que llamo refugio, y donde quiero
quedarme a vivir.
Tus brazos.
"Porque así somos los dos, que me maten si cambiamos..." (Walls).
No hay comentarios:
Publicar un comentario