jueves, 21 de julio de 2022

Hiroshima

"Little boy" cae al suelo y se levanta un hongo hacia el cielo. En ese momento Oppenheimer cierra los ojos y frotándose la cara se pregunta si debió crearlo, pero ya es tarde para echarse atrás y lamentarse. Es tarde para pedir perdón. Inmerecido. Quizás innecesario. La culpa pesará sobre sus hombros el resto de la vida. 

Cuanto más hablaba con el psicólogo hoy, más sensación me daba de estar caminando descalzo sobre un terreno calcinado y radiactivo. No hay un porqué. Simplemente hay hechos. Hoy he sido por primera vez, sincero conmigo mismo en mucho tiempo. Me he cargado con demasiadas responsabilidades demasiado tiempo. Tanto que las rodillas se me han doblado, y he acabado claudicando. Hay rabia y mierda que sacar a espuertas. Ansiedad que domesticar, la misma que me lleva atacando semanas, la que me hace tener que sentarme en ocasiones, meter la cabeza entre las rodillas y respirar hondo. El alma pesa, joder que si pesa. Cuesta sonreír, y respirar. Como si te hubieran arrancado la alegría de un día a otro. 

El problema de no haber estado nunca en el pozo es que no sabes cómo escalar. Lo único bueno, es que me he dado cuenta que estoy dentro, y tengo unas ganas locas de salir.



"¿Ese es mi arte? Terapia, folios en blanco y una frase que se repite,
¿quién va a perdonarme?" 

No hay comentarios:

Publicar un comentario