viernes, 28 de enero de 2022

La huida

 De los mordiscos y los gemidos a los temblores del orgasmo, del ruido de los gemidos del placer más intenso al silencio de una estancia que se ha impregnado con nuestro olor a sudor, de la luz de la vela a la oscuridad más intensa, de las capas de ropa a nuestros dos cuerpos desnudos, que intentan fundirse en uno, apretando piel contra piel.  Y así, empapados en fluidos, totalmente extenuados, abrazados, desnudos, con los ojos medio cerrados y la respiración profunda. Así. Sí.

Es en ese punto cuando más vulnerables somos, cuando más sinceros tornamos, el lugar donde afloran las emociones y los sentimientos, justo cuando volvemos a ser reales, y nos quitamos la careta que nos imponen la sociedad y las redes. Solos tú y yo. Sólo tú y yo.

Nos hemos escapado, después de encontrarnos en un mundo extraño, lleno de ruina e inmundicia personal, y hemos viajado a un remanso de paz durmiendo toda la noche abrazados. Hemos huido, sin mirar atrás, con la esperanza de que mañana el mundo será mejor.


"Y encierro en tus ojos el miedo al fracaso..." (Desakato)

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