Es curioso cómo estoy ahora. No tengo esa sensación de incertidumbre, el miedo a cagarla, la sensación de tener que usar palabras medidas, ni de sentir las
coacciones indirectas. Sencillamente, dejar atrás lo políticamente correcto y ser capaz de
soltar desde el piropo más bonito a la sordidez más grande. Proponer cualquier
plan y hacerlo, olvidarse de que todo sea perfecto, hacer que sea real. Tirar
por un precipicio el pasado, los desasosiegos, los miedos y recuperar la
ilusión de un infante.
Mientras tanto, se han caído las hojas del calendario sin
darme casi ni cuenta, entre cervezas y risas, entre caricias y polvos, entre
confesiones de amor veladas, salvajes y a la vez tan tiernas, entre la
muchedumbre de Sol y Gran Vía, entre el frío de la calle y el calor del bajo
vientre, entre sudores y miradas y mordiscos lascivos…
Se ha pasado el mes de noviembre contigo, caminando desnuda por mi casa y sin ganas de que te marches.
"Y desde las montañas de su cuerpo pude ver los retales de mi vida" (Arri).
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