lunes, 13 de diciembre de 2021

Trébol

Con el paso de los años me he dado cuenta que disto bastante de ser normal. Puede que antes fuera algo que llegara a incomodarme, y sin embargo, ahora disfruto a cada instante con ello. Pocas cosas me producen más placer que llevar la contraria al mundo, que hacer lo que nadie espera, que ser alguien totalmente diferente al resto. Un tipo extraño. Y creo que han sido esos pasos los que me han llevado hasta tus pies, hacia el altar de tu vientre en el que me arrodillo para rezarte con lengua y saliva. 

Desconozco el motivo, si es el destino, la casualidad, Dios, Satanás, Buda, el hilo rojo, el baile cósmico, el big bang, la Santa Muerte o algún héroe de anime japo. Lo que sí te puedo asegurar, es que cuando estoy contigo tengo que ponerle correa a las horas y un bozal al despertador, porque echan a correr sin ningún tipo de freno y en cuanto me descuido, me amartillan la cabeza despertándome para ir a trabajar.  Y sonrío, al verte caminar por el piso, o al caminar escaleras abajo para despedirnos, porque me siento un cabrón afortunado. 


"Que el mejor de los refugios sean los abrazos que nos demos" (Arri).



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