miércoles, 21 de noviembre de 2018

Moraleja


Recuerdo cómo con quince años nos tirábamos por los cortados de la Labranza El Alto, con unas bicis de montaña que apenas frenaban, con un casco que nos quedaba grande y sin miedo a despeñarnos. Cierto es, que alguna vez hubo un susto, algún derrape y llegar a las doscientas pulsaciones quedándote a escasos centímetros de una caída de diez o doce metros.

Años después, he vuelto a subir a aquella cima, y he vuelto a asomarme a aquel precipicio. No había cambiado nada, mismo terraplén, mismos saltos y misma caída, pero me he negado a bajar, autoconvenciéndome de que para hacerlo, habría que estar loco.

Entonces, ha sido cuando me he dado cuenta de lo peligroso que es hacerse viejo y volverse un cobarde, dejando que los miedos te dominen. ¿Cuántos quisieran volver a esos quince años? Yo lo tengo claro.

Elegiría volver a vivir sin miedo.


"Los pies al filo del barranco..." (Soge Culebra).

No hay comentarios:

Publicar un comentario