lunes, 5 de noviembre de 2018

Esencial

De un frente a frente, de un ombligo a ombligo, de la simbiosis de dos labios sedientos pasamos al entrelazar las manos en un estado narcoléptico. Sin estar demasiado atentos, sin ver demasiado bien con los ojos, descubrimos nuevos paisajes sobre la piel.

La rugosidad de las cicatrices sobre la espalda, o el alma, el tacto diferente, como si una carcoma invencible nos hubiese consumido por dentro. Un síntoma, o una enfermedad. Un dolor tan intenso que hiciera que la carne se plegara sobre sí, y nos disfrazara de saurios de sangre fría y tez impenetrable. La belleza más pura mostrando la cara más amarga del fracaso.

El saber que lo más esencial, es, a veces, imperceptible a los ojos. Que es necesario cerrarlos, escuchar los latidos colocando la cabeza en el pecho, respirar el mismo aire, y recorrer con caricias cada una de las bregaduras que el paso de la vida dejó en nuestros cuerpos, para así, llegar a comprender por qué a veces, el Edén no está tan alto, ni el Infierno tan profundo. 


"Yo cogí mis alas rotas y las guardé como un tesoro,
el tiempo lo cura y a la vez lo mata todo"
(Locus ft Dante)

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